lunes, 2 de abril de 2007

Adiós

Este blog, aun en pañales, pretende ser principalmente de opinión política. Por desgracia hay veces en las que necesariamente tienes que hacer una excepción para dedicar espacio -por motivos que nunca desearías haber tenido- a gente que se lo merece. La pasada semana abría la prensa por la sección de Espectáculos y me encontraba con la foto de Samuel González, Txencho. Pensé que habría algún concierto de Tomás y los Demás, de Despreciables, o de cualquier otro proyecto musical el que se hubiera embarcado este joven y entusiasta músico. La realidad, aparte de ser muy perra, era muy otra, el lunes, Samuel había sido encontrado muerto en su casa por una parada cardiorrespiratoria.

Conocí a Txencho cuando las movilizaciones de Oviedo No Suena (plataforma contra el veto a la música en directo en los locales ovetenses) en aquellas reuniones en La Santa. Al poco, desde Juventudes Socialistas de Oviedo nos pusimos a organizar la edición de nuestras Jornadas Culturales JOVETENSE correspondientes a aquel año, 2004. Como siempre, una de las actividades irrenunciable era el concierto, dado que son muchos y muy buenos los grupos de rock que se mueven en la ciudad. Sin embargo, la situación aquel año, y la dificultad de encontrar una sala donde hacer música en directo nos llevó a tomar la irresponsable decisión de saltarnos la legalidad a la torera y hacer el concierto en el salón de actos de nuestra sede, la Casa del Pueblo de Oviedo. “Vamos a bailar un rocanrol a la Casa del Pueblo”, fue el título que le pusimos a tal actividad, irresponsable pero exitosa y de la que aun estoy orgulloso; nunca entró tanta gente de fuera en la agrupación, y los grupos, Kinkie Machine, V8 Ford y Motel Blues, contribuyeron con su magnífico sonido (de verdad que sorprendente la de buen rock que se hace en una ciudad como Oviedo). Cuando nos pusimos a organizarlo vimos que necesitábamos juego de voces, mesa y alguna cosilla más. Llamé a Yoli, de La Santa, para ver si podíamos usar su equipo: “Habla con Samuelín, tienlo él guardao” me dijo “y lo de les perres os arregláis con él”. Llamé a Txencho, a Samuelín, y, encantado, se puso en contacto con los grupos para concretar exactamente lo que necesitaban, trajo el equipo y estuvo en la mesa durante el concierto. Yo, en mi forzoso papel de cortarrollos, asustado ante la dudosa legalidad de nuestra actividad, y temeroso de ver a la policía acudir de improviso ante las quejas del restaurante de abajo, le decía “bájalo un poquitín”. Él bajaba el volumen y lo volvía a subir “Esto ye rocanrol, esto hay que escuchalo”, me decía. Al acabar me puse a concretar con él el tema dinero, y lo que le pagaríamos por estar de mesa y traer el equipo, a lo que me respondió “A mí dame igual, yo vine pa’ ver el concierto”. Durante las siguientes veces que me lo encontré por ahí ésa fue una conversación recurrente: “tenemos que quedar pa’ que cobres”, a lo que él respondía “Dame igual. Si me dices que necesitas alguien de mesa, yo voy a gusto por ver el concierto”. Joder, eso era Txencho, un entusiasta del rocanrol.

Recuerdo verle por ahí, en el Flamin’, o en La Perrera, con su inseparable chupa y esa actitud rocanrolera que pocos pueden tener. Un día me lo encontré en uno de esos bares que abren cuando cierran los demás y acabó viniendo conmigo (y mis acompañantes, creo que había sido la cena de fin de año de JSO) hasta el siguiente bar, el del cierre, hablando conmigo de rock, de la pasión compartida por la música de Springsteen y de un montón de cosas más. Supuraba un total y absoluto amor por el rocanrol, un entusiasmo pasmoso que era mucho más obvio cuando tenías con él conversaciones como aquella.

Podría cerrar diciendo obviedades, y dedicarle una canción típica en estos casos, “Stairway to heaven”, o “The End”. Pero no lo voy a hacer. Yo no creo en el más allá, pero si existiera, seguro que ahora mismo Txencho estaría en un Parnaso rocanrolero, convenciendo a Keith Moon y Sid Vicious para que cojan su batería y su bajo y se unan a él y Pepe Risi para tocar “Mueve tus caderas”. Tampoco es descartable que quiera ver a Elvis en directo y se ofrezca a llevarle el sonido sólo por acudir al concierto...
En fin. Adiós, Txencho. No se nos ocurrirá bajar la música.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo de ir poniendo la letra cada vez más pequeña, ¿ye por jodenos a los que tenemos ya cierta edad? xD

Felicidades por tu nuevo blog, Deiviz. Bienvenido a la blogosfera.

Sergio

factoria7gritos dijo...

joder pensé que iba perdiendo vista! deinitivo las últimas lineas no las leo :-)

David R. dijo...

Joder, acabo de empezar y primeros problemas. Os aseguro que en mi ordenador, y en el del despacho de JSO, sale todo el texto al mismo tamaño... Una solución quiero!

Anónimo dijo...

Pues macho creo recordar que aquella vez que citas, estaba yo presente, lo encontramos al salir del pulgueru esti del Postigo.

Ye una putada lo de Txencho y jodeme doblemente: como fan del rock y especialmente de Despreciables y, sobre todo, como miembro de Ann Alley R'n'R Club.

Creo que poco más se puede añadir a lo ya dicho. Solo que descanse en paz... o no, que no descanse, que llene de riffs el lugar donde quiera que esté.

Un abrazo.

PD: enhorabuena por el blog.