jueves, 18 de mayo de 2017

Sobre nombres que se borran de la historia

Sobre nombres que se borran de la historia.
(publicado originalmente en Asturias 24 en julio de 2015)

Una de las ahora famosas 13 Rosas, Julia Conesa (ovetense de nacimiento, por cierto), se despedía de su madre en una carta que cerraba con la ahora archiconocida frase “que mi nombre no se borre de la historia”. Sin embargo, su nombre y el de sus compañeras de las Juventudes Socialistas Unificadas permaneció oculto por la losa con que la dictadura tapó la memoria del bando vencido, y solo se recuperó años después. Ahora, no hace falta explicar quienes fueron las 13 Rosas, sobre todo porque Emilio Martínez-Lázaro divulgó su historia a través de una sentida película en la que seguro que usted, como yo, se emocionó, lloró, o estuvo a punto. Por desgracia, cientos, quizás miles de mujeres, de chicas, de niñas incluso, que tuvieron un desenlace similar en la guerra que sucedió al golpe de estado franquista, no han tenido recuerdo similar, ni siquiera han tenido más que un nombre en algún listado de fosa común. Y eso en el mejor de los casos.

Pero lo de borrar nombres de mujeres de la historia no es algo que sucediera solo en la guerra civil. De hecho, los nombres de las mujeres llevan siglos olvidándose, borrándose. Desde científicas que lideraron grandes avances por los cuales solo son mencionadas como ayudantes (de hombres que se llevan los méritos), hasta escritoras que sufrieron el silencio sobre su obra por osar a vivir su vida libremente dedicándose a la literatura. Pero hay ejemplos en todos los campos. Veamos, ¿sabe usted quien es Mariní Callejo? No se preocupe, yo se lo cuento.

María de las Nieves Callejo Martínez-Losa nació en 1945 y trabajó en la música durante toda su vida (supongo que estará pensando en que si esto es un artículo que se supone de opinión, que a qué vienen estos datos, pero piense primero en la fecha de nacimiento de esta mujer y su dedicación). Mariní era una instrumentista brillante, especialmente al piano, y fue pionera del pop y el rock en España, formando parte de Los Brujos, uno de los primeros grupos ye-yé que surgieron en los 60 (que sí, ya sé que esto es un artículo de opinión, pero la opinión se genera pensado, así que piense en eso: una mujer en un grupo ye-yé en la España de los 60). Aunque su faceta más destacada fue la de productora, con diecinueve años entró a ocuparse de la producción musical del sello Zafiro, y se ocupó de la producción de Los Brincos, de Juan y Junior, de Los Relámpagos, de Massiel, o de Fórmula V. Lo que viene a significar que la mayoría de la música que se generaba en España pasaba por sus manos, vamos, que en un momento dado ella fue en sí misma gran parte de la industria musical del estado (sí, ya, que esto es un artículo de opinión… pero seguro que ya lo va pillando). Los propios componentes de Los Brincos reconocen el papel central que Mariní tuvo en su carrera, dado que ellos no contaban ni de lejos con la formación musical que ella tenía. Hablamos no solo de la producción, también de arreglos, de aportaciones instrumentales en sus discos… y de pasar a partitura las canciones, ya que ella sí sabía escribir música (lo cual tiene importancia desde el momento en que no se podía registrar la autoría de las canciones más que con estas pasadas a partitura).

Supongo que a estas alturas ya se habrá dado cuenta de la importancia de esta mujer para la música en España. Pues bien, estoy seguro de que usted conoce a Los Beatles o a Los Ramones. Y si es así seguramente conocerá a George Martin o a Phil Spector (aunque el primero sea Sir y el segundo haya acabado en la cárcel). Y, claro está, conoce a Los Brincos. Pero… ¿conocía a Mariní Callejo?
No la conocía, claro, como no conocemos a tantas científicas, artistas, escritoras, y mujeres relevantes de todos los campos cuyos nombres se han ido borrando, oscureciendo, tapando. Llegado el S.XXI igual es tiempo ya de que la desigualdad se borre del todo en todos los ámbitos. Y hay que hacerlo desde el presente (eso da para unos cuantos artículos), pero también desde el reconocimiento del pasado, que es lo que he hecho yo con Mariní Callejo.

Al final… ¿ve cómo sí que era un artículo de opinión?

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